Para mi, el 2011 ha sido un año fantástico. Lo empecé en un lugar mágico, alejado del mundo llamado Menelik, en la Patagonia Argentina, rodeada de gente que apenas conocía (y que algunas de ellas ahora se han convertido en imprescindibles), comiendo asado argentino y bebiendo buen vino, bailando salsa sin parar a pesar de haber caminado casi 40 km, observando el cielo más impresionante que he visto nunca y las estrellas fugaces que no paraban de caer...Fué una Nochevieja muy especial, difícilmente superable.
Para despedirlo hicimos una caminata por Ordesa.
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